La iglesia
El Propósito de la iglesia
Es glorificar a Dios (Efesios 3:21) al edificarse a sí misma en la fe (Efesios 4:13–16), al ser instruida en la Palabra (2 Timoteo 2:2, 15; 3:16–17), al tener comunión (Hechos 2:47; 1 Juan 1:3), al guardar las ordenanzas (Lucas 22:19; Hechos 2:38–42) y al extender y comunicar el evangelio al mundo entero (Mateo 28:19; Hechos 1:8; 2:42).
Todos los que confían en Jesucristo son inmediatamente colocados por el Espíritu Santo en un cuerpo espiritual unido, la Iglesia (1 Corintios 12:12–13), la novia de Cristo (2 Corintios 11:2; Efesios 5:23–32; Apocalipsis 19:7–8), de la cual Cristo es la cabeza (Efesios 1:22; 4:15; Colosenses 1:18). El Cuerpo de Cristo, comenzó en el día de Pentecostés (Hechos 2:1–21, 38–47) y será completada cuando Cristo venga a por los suyos en el rapto (1 Corintios 15:51–52; 1 Tesalonicenses 4:13–18).
La Iglesia es un organismo espiritual único diseñado por Cristo, constituido por todos los creyentes que han nacido de nuevo en la época actual (Efesios 2:11–3:6). La Iglesia es distinta a Israel (1 Corintios 10:32), un misterio no revelado hasta esta época (Efesios 3:1–6; 5:32). La autoridad suprema de la Iglesia es Cristo (1 Corintios 11:3; Efesios 1:22; Colosenses 1:18) y el liderazgo, dones, orden, disciplina, y adoración son determinados por medio de su soberanía como se encuentra en las Escrituras. Las personas bíblicamente designadas sirviendo a Cristo a cargo de la asamblea son los ancianos (también llamados obispos, pastores, y pastores-maestros; Hechos 20:28; Efesios 4:11) y diáconos. Tanto ancianos como diáconos deben de cumplir con los requisitos bíblicos (1 Timoteo 3:1–13; Tito 1:5–9; 1 Pedro 5:1–5).
Enseñamos que a la iglesia local se le han dado dos ordenanzas: El Bautismo y la Cena del Señor (Hechos 2:38–42). El bautismo cristiano por inmersión (Hechos 8:36–39) es el testimonio solemne y hermoso de un creyente mostrando su fe en el Salvador crucificado, sepultado, y resucitado, y su unión con El en su muerte al pecado y resurrección a una nueva vida (Romanos 6:1–11). También es una señal de comunión e identificación con el Cuerpo visible de Cristo (Hechos 2:41–42 pero la Cena del Señor es la conmemoración y proclamación de su muerte hasta que El venga, y siempre debe ser precedida por una solemne evaluación personal (1 Corintios 11:28–32).
Afirmamos la importancia del discipulado (Mateo 28:19–20; 2 Timoteo 2:2), responsabilidad mutua de todos los creyentes los unos a los otros (Mateo 18:5–14), como también la necesidad de disciplina de miembros de la congregación que están en pecado de acuerdo con los estándares de la Escritura (Mateo 18:15–22; Hechos 5:–11; 1 Corintios 5:1–13; 2 Tesalonicenses 3:6–15; 1 Timoteo 1:19–20; Tito 1:10–16).
– Tomado del documento «En qué creemos» de la iglesia Grace Community Church.